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Historias de terror en derechos de autoría: Los fantasmas de Millenium

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El fenómeno Millenium, la trilogía de novelas del escritor sueco Stieg Larsson es bien conocido por todos. 86 millones de ejemplares vendidos, cinco adaptaciones cinematográficas, una miniserie de televisión, tres adaptaciones al cómic, millones y millones de euros en beneficios. Las aventuras de Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist son retorcidas y apasionantes. Pero la historia que hay detrás de la obra no se queda atrás, y los fantasmas rodean el legado literario de Stieg Larsson.

Continúa el verano y por Firmado Por seguimos con nuestra serie de Historias de terror sobre derechos de autoría. Hoy vengo con la segunda entrega y aviso: hay salseo.

La historia que te ofrezco a continuación tiene todo los ingredientes para dejarnos enganchadas a la hoguera y mandarnos a la cama con algunas ideas revoloteando en nuestras cabezas.

Podría decir que se trata de una historia de amor donde, desafortunadamente, ninguno de los interesados comerá perdices, donde podría haber una pareja de «malos» que impiden que se cumpla la voluntad del personaje principal y una muerte en el momento más inoportuno, justo antes de alcanzar el éxito. ¿No me dirás que esto no nos da para un buen argumento? Pero como siempre, la realidad supera a la ficción.

Veamos qué tenemos hoy en nuestra hoguera. ¿Me acompañas en nuestro fuego?

Nuestro personaje principal, el que no comió perdices

La principal ocupación de Larsson era el periodismo político y de investigación, que ejercía principalmente en su propia revista, “Expo” ( los paralelismos entre Larsson y su personaje, Mikael Blomkvist son, por cierto, notables). No mucha gente estaba al tanto de las aspiraciones literarias de Larsson, quien empezó a escribir “Los hombres que no amaban a las mujeres” como divertimento y animado por Eva Gabrielsson, su pareja, durante unas vacaciones en 2002. 

Stieg Larsson dijo que se aburría. No aguantaba estar sentado todo el día ante el mar con un cóctel en la mano…

— «Cariño, ¿qué te parece explicar por qué le regalaban flores a ese anciano cada vez que cumplía años?»

Gabrielsson se refería a un relato breve que Larsson había escrito en 1997 y que contaba la historia de un abuelo que recibía flores de un remitente anónimo. Esa escena es el comienzo de Los hombres que no amaban a las mujeres, el primer libro. Así, por matar el tiempo en vacaciones, Stieg Larsson comenzó a tirar del hilo y se puso a escribir la trilogía Millenium.

«Nuestras vidas están en las novelas», El País, 14 de Junio de 2009

Una mañana de 2004 llegó de color gris a su oficina de la revista «Expo». Ese día el ascensor no funcionaba y tuvo que subir andando siete pisos. Adicto al café (fumaba tres paquetes diarios), al tabaco y a la comida basura, Larsson moriría una hora y media después de un infarto. Nunca llegó a conocer el éxito de sus novelas. La primera, “Los hombres que no amaban a las mujeres”,estaba a punto de publicarse y hacía tan solo unos días que había entregado a su editorial la tercera parte de la saga. Larsson contaba 50 años cuando murió, y lo hizo sin dejar testamento. 

La historia de amor y la boda que nunca llegó

Eva y Stieg se conocieron en 1972 a los 18 años,  unidos por su interés en la política y el activismo, y estuvieron juntos desde entonces. Permanecieron, en total, 32 años juntos, pero nunca llegaron a casarse, aunque estuvieron a puntito por dos veces. La primera en el año 1983, cuando se compraron dos alianzas de boda y en el 2004, pero esperaban a ver publicada la novela para hacerlo, con la confianza en que su economía comenzaría a mejorar. Pero la vida laboral primero, y las amenazas de los grupos neonazis suecos, sobre los que Stieg investigaba y escribía, después, postergaron el enlace. Stieg quería proteger a Eva de las amenazas, no quería que la vincularan con él y por eso fueron postergando la boda.

La segunda la truncaría la muerte. Larsson se lo propuso en agosto del 2004, «Millennium saldría pronto y sabíamos que nuestra situación económica mejoraría». Para la ocasión guardaban una botella de porto, (Quinta do Noval 1976), traída de Lisboa y que aparece en el piso de Salander en Millennium II. «Está hoy en mi cocina. No lo abriré nunca».

«El Larsson más amargo», El Periódico, 12 de enero de 2011

Obviamente, Eva era una de esas personas que conocía la faceta de novelista de Stieg. Y no solo eso, sino que contribuyó a las novelas no solo aportando apoyo moral  a Stieg, sino, según sus propias palabras, aportando muchas ideas y, sobre todo, mucha documentación sobre localizaciones que Stieg no tenía tiempo para buscar ( ¡Las 2.000 páginas que componen las tres novelas de Larsson se escribieron en apenas 2 años!)

Sin embargo, cuando Stieg murió, al no haber testamento ni estar casados legalmente, y según la ley sueca, no tuvo derecho a heredar nada de nada. Ni una porción de los beneficios generados por los libros, ni la gestión de los derechos de autor de Larsson, ni siquiera la mitad del piso en que vivían y que habían comprado juntos.

Aunque algo sí le quedó. El manuscrito inacabado de la cuarta entrega de la saga, a buen recaudo en el portátil de Stieg, del que Eva nunca ha revelado el paradero.

¿Quién heredó su legado y la gestión de sus derechos de autoría?

 Aquí es donde entran dos personajes nuevos, Erland y Joakim, el padre y el hermano de nuestro protagonista.

Según parece, Stieg Larsson no tenía una relación cercana con su padre y su hermano. Eva, preguntada al respecto en más de una ocasión, ha dicho que en los 32 años que estuvo con Stieg apenas habría visto a su hermano Joakim unas seis veces. Ellos, sin embargo, lo niegan, aduciendo que hablaban a menudo por teléfono con Stieg y que habían conversado por email acerca de las novelas.

Sea como fuere, tras la muerte de Stieg, Erland, su padre, y Joakim, su hermano, se convirtieron en los únicos herederos de Stieg y, por tanto, en los legítimos y únicos titulares de los derechos de autor de Larsson. 

En un principio, y según algunas fuentes, Erland y Joakim  le dijeron a Eva que ella debería ser la única heredera, puesto que era su pareja de toda la vida, aunque no estuvieran casados. Pero pronto cambiaron de idea y se erigieron en los administradores únicos.  

Si bien le ofrecieron a Eva parte de los beneficios y ser parte de la junta directiva de la Fundación Stieg Larsson, e incluso llegar a un acuerdo por algo más de 2 millones de euros, Eva rechazó todas y cada una de estas propuestas. Lo único que le importa a Eva, su única exigencia,  es gestionar directamente el legado de Stieg de la manera que él habría querido, sin convertirlo en una mercancía o una marca que explotar. Todo lo contrario de lo que parece estar pasando.

Colorín, colorado, esta saga no ha acabado

Los libros han sido publicados en cincuenta países y las cifras de beneficios que ha generado la saga se estiman en alrededor de 50 millones de euros. Bajo la batuta de Erland y Joakim, se han producido cinco adaptaciones cinematográficas, una miniserie de televisión y tres adaptaciones al cómic ( en el mercado francés, americano y en forma de manga)

Pero probablemente lo más sangrante sean las nuevas entregas literarias que se han producido tras la muerte de Larsson.  Tres libros más continuando la saga que se encargaron a David Lagercrantz y fueron publicados por Nordstedts, la editorial de los tres libros originales. Estas secuelas, sin llegar a tener el éxito de las novelas originales de Larsson, han vendido millones de ejemplares.

También, Erland y Joakim han creado la Fundación Stieg Larsson para promover los valores democráticos de Stieg apoyando causas de investigación y educativas, otorgando becas y a través de la convocatoria de un premio anual con su nombre.

¿Moraleja?

Esta historia nos demuestra la importancia de preocuparse por dejar claro qué es lo que, como autores y autoras, queremos que se haga con nuestros derechos aún después que faltemos. No olvidemos que, aunque intangibles, los derechos de autoría son un bien que puede ser heredado y debe gestionarse, ya que la duración de los mismos es de toda la vida del autor, autora y setenta años después de su muerte.

Los derechos de explotación de la obra se transmiten «mortis causa» por cualquiera de los medios admitidos en derecho.

Art. 42, Ley de Propiedad Intelectual española

 

Algunas maneras en las que podemos adelantarnos a los acontecimientos y asegurarnos de que la explotación de nuestros derechos queda en buenas manos es realizar testamento, o por lo menos intentar legarlo a una persona con sensibilidad artística 🙂 

Sí, ya sé que es verano y que somos eternamente jóvenes o quizá pensamos que nuestra obra no vale para nada, pero cuando tengas esos tipos de pensamientos, acuérdate de la historia que nos ha traído hoy a la hoguera.

Seguramente Larsson no podía imaginarse el éxito que iba a tener su obra, y menos aún que su compañera de toda la vida no podría ver ni gestionar nada de ese éxito.

Quizá estés pensando pedirle matrimonio a esa persona con la que compartes tu vida, quizá sientes que debe ser ella o él quien se encargue de tu legado, ya ves que no hay que dejar para mañana lo que puedas hacer hoy 😉

¿ Y tú, te has parado a pensar quién querrías que continuara con la explotación de tus derechos de autoría?

 

 

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