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Historias para no dormir, 4. Viaje al fondo de un sótano.

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Una lucha por los derechos morales

Los hechos que narramos hoy tuvieron lugar en España y nuestro protagonista se llamaba Pablo Serrano. Un escultor nacido en Teruel en 1908 y a quien se considera uno de los artistas españoles más importantes del siglo XX. Actualmente su obra se encuentra en museos tan importantes como el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA), el Museo de Arte Contemporáneo de la Villa de parís,  la Fundación Gulbenkian de Lisboa o en el Museo Reina Sofía de Madrid, entre otros muchos.

-¡Guau! ¿Qué historia horrible puede pasarle a un tipo con tanto reconocimiento como él? – pensaréis seguramente. Pues sufrió una auténtica pesadilla con una de sus obras, ya veréis, ya.

Corrían los años 60, el artista acababa de volver a España después de haber vivido durante unos veinticinco años en Argentina y Uruguay. Países donde había tenido una carrera muy prolífica y obtenido premios importantes que le convirtieron por aquel entonces en todo un referente en América Latina.

España estaba de moda y el turismo comenzaba a llegar a la Costa de Sol. En 1962, el propietario de una gran cadena de hoteles se disponía a abrir uno en pleno centro vital del turismo, en Torremolinos. Quería que la inauguración y el hotel fueran un éxito y símbolo de referencia para el turismo de la zona, por lo que encargó una escultura al prestigioso escultor, algo que consideró le daría más fama y valor al lujoso hotel. El lugar destinado para albergar la pieza sería el vestíbulo del hotel.

El artista pactó con el arquitecto que el dueño del hotel no vería la escultura hasta que ésta estuviera totalmente instalada, eso le daría más libertad para crear. Todo suena bien hasta ahora ¿verdad? Vamos con la obra.

Viaje a la luna en el fondo del mar

Nuestro escultor aceptó el encargo y realizó una obra inspirada en los viajes a la Luna, asunto que comenzaba a ser una realidad por aquella época. El resultado fue una extraordinaria escultura de diez metros de altura y casi dos toneladas de peso que llevaba por título “Viaje a la luna en el fondo del mar”. La colosal obra fue montada en el hotel por varios equipos de albañiles y soldadores, un trabajo que les llevó más de veinte días.

«Entonces se me ocurrió hacer una obra con elementos de desecho recogidos en una chatarrería. Y con esos hierros construir algo que fuese en sentido espiral, como un deseo de superación. Lo titulé Viaje a la Luna en el fondo del mar»

Pablo Serrano.

Comienza la pesadilla

El día antes de la inauguración, el dueño del hotel mostró su desagrado con el resultado de la obra encargada indicando que le resultaba «desagradable» y que no iba con el resto de la decoración del hotel. No se le ocurrió otra maravillosa idea que mandarla desmontar sin ningún tipo de aviso o autorización previa por parte del autor. Sí, sí, la desmontó. La desmontó, convirtiéndola en un amasijo de hierros en el proceso, y la encerró en un sótano.

Unviajealalunaenelfondodelmar

Imagen de la obra extraída de La Opinión de Málaga

«Siento la muerte de la obra, como creador suyo. Al desmontarla la han destruido. Era una pieza concebida para ese espacio»

El autor inició entonces un periplo judicial que le llevaría más de veinte años. De hecho, el asunto le acompañaría durante el resto de sus días. Pablo Serrano reclamó durante todo este tiempo el reconocimiento de sus derechos morales como autor de la obra.

La justicia española no le daría la razón ninguna de las veces que interpuso una demanda o recurso. Ya en 1965, a raíz de su primera demanda y  tras llegar hasta el Tribunal Supremo, éste le denegaría, una vez más,  el reconocimiento de sus derechos morales en base fundamentalmente a que, aunque España formaba parte del Convenio de Berna donde sí se reconocían dichos derechos, tal reconocimiento era meramente aparente ya que estos aún no estaban implantados en nuestro propio ordenamiento. Tras la entrada en vigor de la Constitución Española volvió a intentarlo. Esta vez equiparando los derechos morales al derecho personalísimo de producción y creación artística del artículo 20.1.b. Pero de nuevo, en 1985 el Tribunal Supremo volvía a fallar a favor de los propietarios de la obra.

Así las cosas, Pablo Serrano pleiteó durante toda su vida para que se reconocieran los derechos morales de los autores y, tras su fallecimiento, su familia prosiguió con la lucha, también sin éxito.

«Mi gran preocupación es que quede claro que no lo hago por mí mismo, sino que quisiera servir de bandera ante unos derechos morales de autores que en todo el mundo están reconocidos, mientras que en España, al parecer, todavía nuestra legislación está atrasadísima. Que no soy yo el que quisiera presentarme como un profeta, como un apóstol o un gran moralista; que me interesa mucho la labor de todos los artistas españoles y que la sociedad considere si lo que hacen es digno. Que considere si vale la pena que ellos existan como tales artistas o se tienen que convertir en otras personas para producir riqueza material».

Pero tanta tenacidad tuvo sus frutos. Consiguió ser escuchado en el Senado y se le considera un precursor en la nueva legislación en propiedad intelectual. Aunque él no llegaría a a conocer y celebrar esta ley.

Pablo Serrano falleció el 26 de noviembre de 1985 y el proyecto de ley donde por primera vez se reconocían los derechos morales de los autores fue aprobado por el Consejo de Ministros el 19 de diciembre de ese mismo año, menos de dos meses después de su muerte.

Esa ley, que entraría en vigor en 1987, le habría dado la razón.

Moraleja:

  • Nuestra ley de propiedad intelectual reconoce los derechos morales en sus artículos 14,15 y 16.
  • Estos derechos corresponden a los autores por el mero hecho de serlo y son irrenunciables.
  • Dentro de los derechos morales está el exigir el respeto a la integridad de la obra e impedir cualquier modificación de la misma.

Ahora sí, al verano le quedan dos telediarios y además de verdad. Eso, entre otras cosas, significa que ponemos fin a esta serie de posts estivales “Historias para no dormir”. Espero que os haya gustado esta serie de relatos y hayáis disfrutado leyendo las historias tanto como yo investigándolas.

Os espero en mi próximo post. Hasta entonces ¡Feliz creación!

Isabel Méndez

P.D: Si queréis saber más sobre los derechos morales os invito a que leáis el post que le dediqué a los mismos.

 

 

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